El Gozo de la Familia que Vive en la Palabra (Spanish Edition)

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Es obvio que la familia como institución está en graves problemas. En la década de los 60, la sociedad declaró abiertamente la guerra a los ideales históricos sobre el hogar y la familia. La rebeldía repentinamente canonizada como una virtud; el divorcio fue desestigmatizado; y el rol de la madre que se quedaba en casa, empezó a ser caricaturizado como absurdo y bajo. Desde entonces, la sociedad ha adoptado en forma irreflexiva nuevos valore, filosofías educativas, e inclusive normas gubernamentales que son hostiles a la familia. Los medios populares (incluyendo películas, la música, radio hablada, la televisión, e inclusive los medios noticieros) agresivamente han tratado de normalizar todo lo aberrante y celebrar todo lo que es disfuncional en la cultura moderna, mientras minimiza la noción misma de la unión familiar. La tolerancia de nuestra sociedad hacia el aborto, la homosexualidad, la pornografía, y otros males similares, solo ha socavados las bases morales de la vida familiar. Como consecuencia natural, las familias se están desintegrando rápidamente. Esto constituye una seria amenaza para toda civilización, debido ha que la familia nuclear (consistente en padre, madre e hijos) es la unidad social más importante y, por lo tanto, la base de la sociedad misma. Destruye los lazos que mantienen a la familia unidad, y la comunidad en general terminará deshaciéndose. Esto está ocurriendo ante nuestros propios ojos. Por supuesto, la mayoría de los líderes de la iglesia y las personas de formación Cristiana entendemos que la desintegración de la familia es uno de los retos más grandes que la iglesia enfrenta en nuestra generación. Existen montones de ministros evangélicos en los medios de comunicación, casas editoras Cristianas, organizaciones para eclesiales, y programas para padres cuyo propósito principal es contrarrestar las tendencias culturales que amenazan a la familia. Algunos tienen la esperanza de resolver el problema por medios políticos y legislativos. Otros creen que la mejor forma de influenciar la cultura es a través del arte, los medios, y la educación. Sin embargo otros parecen creer que un entrenamiento cuidadoso sobre técnicas de paternidad es lo que los padres más necesitan – métodos disciplinarios, sistemas para inculcar a los niños la responsabilidad, programas detallados sobre la crianza para ayudar a padres desorientados.
Todas estas cosas son buenas y útiles en su propia medida. Pero en este introspectivo libro, el Dr. John Barnett nos recuerda que la mejor forma y la más importante en que los Cristianos debemos procurar combatir las tendencias de una sociedad hostil a la vida familiar es haciendo que la Palabra de Dios sea el centro de enfoque de nuestra propia vida familiar. El impacto más profundo y duradero que podemos producir en la sociedad empieza con el fortalecimiento de nuestra propia familia, y la única forma duradera y efectiva para lograrlo es dar a la Palabra de Dios el lugar que le corresponde en el centro de la familia.

Después de todo, cuando Dios estableció Su plan para las familias de Israel, Su palabra constituía la esencia misma de Su designio para la paternidad y la vida en el hogar. Se suponía que La palabra de Dios ocuparía el lugar central en cada aspecto de la familia. Debía ser el tema principal de la instrucción paterna y conversaciones familiares en tiempos de trabajo, viajes y descanso. La palabra de Dios debía inclusive ser usada como joya y grabada en los portales de la casa:

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. (DEUTERONOMIO 6:6-9).